Demostrar que aplicando los principios de una economía solidaria de mercado, dentro del marco de la democracia liberal, es posible lograr, especialmente en la República Argentina, eliminar la miseria y alcanzar el pleno empleo de los recursos humanos y naturales mediante la incorporación de los excluidos, proponiendo metas concretas y modelos de gestión aptos para alcanzar dichas metas en base a los siguientes principios y fundamentos:
1.- Así como la democracia es por esencia un concepto universal ya que no puede haber democracia de pocos, el mercado es también una categoría universal ya que no puede haber mercado para algunos.
2.- La incorporación de los excluidos no sólo beneficia a estos sino que potencia el crecimiento del mercado impidiendo que las economías se asfixien en la superproducción, por falta de demanda.
3.- La ayuda social y humanitaria, que suele presentarse como solución, debe ser siempre supletoria, para casos extremos, ya que su aplicación permanente tiende a anular el esfuerzo personal del beneficiario y a destruir la confianza en sus propias capacidades.
4.- La democracia y la economía de mercado han demostrado sobradamente su aptitud para producir riqueza en abundancia a costo decreciente, respetando las libertades individuales. Les falta demostrar que también pueden distribuir esa riqueza con equidad.
5.- La miseria no implica solamente carencia de bienes materiales. Quienes la padecen están además marginados del trabajo, del crédito, de la salud, de la educación: en síntesis ESTÁN EXCLUIDOS DEL MERCADO, sin IGUALDAD DE OPORTUNIDADES, sin posibilidad de desarrollo personal.
6.- Está comprobado que el mercado, librado a sus propias fuerzas o a su exclusivo arbitrio, no ha podido resolver este problema. Por el contrario el enorme crecimiento de la riqueza en el mundo fue acompañado por un ostensible crecimiento de la marginalidad.
7.- Está comprobada también la gran importancia que tienen las acciones de los gobiernos y cómo pueden, por exceso o por defecto de intervención, dificultar la difusión universal del mercado. Los países exitosos tienen buenos gobiernos que se caracterizan por controlar la corrupción y por apoyarse en estructuras burocráticas reducidas pero pequeñas, ágiles y eficientes, integradas por los más idóneos. Son gobiernos capaces de proponer METAS PÚBLICAS y de definir POLÍTICAS DE ESTADO orientadas a lograr el desarrollo sustentable de sus pueblos, creando las condiciones más propicias para promover y facilitar el desarrollo personal y la búsqueda de la felicidad. El rol del gobierno es construir una estructura que sea ámbito propicio para el desarrollo de la persona humana. Este ámbito, que llamaremos “invernadero”, debe garantizar un marco institucional estable, seguridad física y jurídica y una eficiente infraestructura material que brinde las condiciones necesarias para que el mercado genere abundancia de lo indispensable para todos.
8.- La política más apropiada para combatir la miseria y la exclusión requiere una ALIANZA ESTRATÉGICA entre el Gobierno y el Mercado, fundada en el principio de subsidiariedad del Gobierno. Este no debe desplazar ni excluir a los particulares. Por el contrario debe brindarles la ayuda subsidiaria que necesitan para potenciar sus realizaciones personales.
9.- Las tres tareas fundamentales de la Alianza Estratégica son:
a. La incorporación de los excluidos a la participación plena en el mercado.
b. La generación de nuevas áreas de actividad fundamentalmente vinculadas a la infraestructura necesaria para configurar el invernadero.
c. La permanente expansión del mercado más allá de las propias fronteras.
10.- Dentro de la Alianza Estratégica, el gobierno debe asumir las siguientes responsabilidades:
a. Definir las metas públicas
b. Identificar el flujo de fondos que permita el repago de estas metas.
c. Delinear un modelo de gestión con plena responsabilidad y máxima participación del mercado en la ejecución y operación de las metas, reservándose el gobierno una actuación puramente subsidiaria.
A fin de asegurar la continuidad en la consecución de las metas públicas las mismas deben tener preferentemente un contenido no ideológico para que sean compartidas por todos los sectores políticos configurando verdaderas políticas de Estado.
11.- La adopción de estos principios por la ciudadanía argentina y sus dirigentes, posibilitará que el país rompa el círculo vicioso de la decadencia que arrastra desde hace varias décadas y retome el camino de expansión económica y progreso social, que asegure a sus habitantes el acceso, sin exclusiones, a los bienes y servicios indispensables para una vida digna.